viernes, 14 de septiembre de 2012

Anotaciones a la I parte "De cómo Grecia contruyó al hombre"




1. Time binding: Término empleado por el filósofo y semántico Alfred Korzybski (Varsovia 1879 - Connecticut, 1950). La traducción literal de esta expresión puede ser "vinculación en el tiempo". Se trata de la capacidad, única en el ser humano, de transmitir información y conocimiento de una generación a otra. Para Korzybski, ésta es la habilidad que distingue a la raza humana de cualquier otro mamífero, y por eso cada cultura puede alcanzar niveles ilimitados de conocimiento abstracto - 'knowledge about knowledge about knowledge...' -, y con ello llegar a cotas de civilización y de progreso socio-cultural ilimitadas. Los animales pueden obtener cierto grado de conocimiento, pero cada generación es prácticamente igual a las anteriores, pues su capacidad de aprendizaje está limitada por el instinto, que sólo les permite vincularse con su espacio (space-binders).

Alfonso Reyes dedica algunas reflexiones a la teoría semántica de Alfred Korzybski en un artículo titulado "Algo de Semántica" (1944), recogido en Sirtes (Obras Completas, vol. XXI, pp. 214-234).

2. Helenocéntrico: Este término aparece en la introducción a la Paidea de Werner Jaeger, obra a la que Alfonso Reyes dedicó este ensayo. Dice Jaeger:

"El helenismo ocupa una posición singular. Grecia representa, frente a los grandes pueblos de Oriente, un «progreso» fundamental, un nuevo «estadio» en todo cuanto hace referencia a la vida de los hombres en la comunidad (...). La investigación moderna, en el último siglo, ha ensanchado enormemente el horizonte de la historia. La oicumene de los «clásicos» griegos y romanos, que durante dos mil años ha coincidido con los límites del mundo, ha sido traspasada en todos los sentidos del espacio y han sido abiertos ante nuestra mirada mundos espirituales antes insospechados. Sin embargo, reconocemos hoy con la mayor claridad que esta ampliación de nuestro campo visual en nada ha cambiado el hecho de que nuestra historia -en su más profunda unidad-, en tanto que sale de los límites de un pueblo particular y nos inscribe como miembros de un amplio círculo de pueblos, «comienza» con la aparición de los griegos. Por esta razón he denominado a este grupo de pueblos heleno-céntrico. «Comienzo» no significa aquí tan sólo comienzo temporal, sino también origen o fuente  espiritual, a la cual en todo grado de desarrollo hay que volver para hallar orientación. Éste es el motivo por el cual, en el curso de nuestra historia, volvemos constantemente a Grecia, esta espontánea renovación de su influencia, no significa que le hayamos conferido, por su grandeza espiritual, una autoridad inmutable, rígida e independiente de nuestro destino" (JAEGER, Werner, Paideia: Los ideales de la cultura griega, FCE, 1957, pp. 4-5).

Alfonso Reyes se identificó plenamente con esta concepción de Jaeger. De hecho, una característica esencial de su humanismo consistió en el profundo interés por el estudio del helenismo. Estaba absolutamente persuadido de que la profundización en el curso de la civilización helénica le daría la brújula para llegar a las raíces últimas de la identidad cultural de Occidente, y, en concreto, de Hispanoamérica. De allí la expresión "somos pueblos helenocéntricos".

Ahora bien, el helenismo que caracterizó el humanismo de Alfonso Reyes, no fue tradicionalista -como también lo deja claro Jaeger de algún modo-, en el sentido de que no fue su empeño imitar lo clásico por fascinación, erudición o afición a una época remota de esplendor y belleza. Reyes no escribía para imitar modelos antiguos, ni vivió encerrado en el estudio de un mundo inmemorial. Fue más bien un cultivador de un espíritu de confianza en la razón, en el logos o en las ideas, y su capacidad de expresión por medio de la palabra, al estilo de los helenos: “La razón griega era, sin duda, audaz, pronta a interrogarse sobre la totalidad de lo real y sobre el sentido de cada cosa, con la confianza de encontrar respuesta a todo (...). Una inteligencia, por tanto, valiente, consciente de su apertura constitutiva al ser: ‘el alma es, en cierto modo, todas las cosas’ decía Aristóteles. En definitiva, una razón capaz de un discurso de amplitud metafísica” (VITORIA, María Ángeles, “Allargare la ragione. Una riflessione a partire dalla scienzia”, Inaugurazione dell’anno académico 2007-2008, Edusc, Pontificia Università della Santa Croce, Roma 2007, p. 23.).

3. Grupo policiado: Esta expresión parece acuñada sólo por Reyes. Jaeger no la emplea. Un estudioso de Reyes explica el uso que el autor da a este término: "Policiado no en el sentido de policivo, sino de aunado por la confluencia de los intereses de todos en el ámbito común de la Polis, esto es, de los grupos, llámense Estado o Estado-Nación o simplemente Sociedad" (GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael, El intelectual y la historia...)

4. Según la RAE, la expresión "alguien al yunque" significa "estar tolerando o sufriendo la molestia impertinente de otra persona, los golpes y acaecimientos de la fortuna, o cualquier otro trabajo" (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Voz: Yunque). La cita que emplea Reyes, mientras vivimos nuestra personalidad está sobre el yunque es originariamente de José Enrique Rodó (Motivos de Proteo, 1909). La idea completa de Rodó ayuda a comprender el sentido de la expresión y el motivo por el que tanto gustaba a Reyes emplear este dicho que, de hecho, escogió como título para una obra suya (Al Yunque, 1944-1958) . Dice Rodó: "Mientras vivimos está sobre el yunque nuestra personalidad. Mientras vivimos, nada hay en nosotros que no sufra retoque y complemento. Todo es revelación, todo es enseñanza, todo es tesoro oculto, en las cosas; y el sol de cada día arranca de ellas nuevo destello de originalidad. Y todo es, dentro de nosotros, según transcurre el tiempo, necesidad de renovarse, de adquirir fuerza y luz nuevas, de apercibirse contra males aún no sentidos, de tender a bienes aún no gozados; de preparar, en fin, nuestra adaptación a condiciones que no sabe la experiencia" (RODÓ, José Enrique, Motivos de Proteo, Biblioteca Ayacucho, Caracas 1993, p. 65).

5. Efebía: La definición de efebo que trae wikipedia es válida: "Efebo (del latín ephēbus, y éste del griego εφηβος) es una palabra griega que significa adolescente. Aunque en la Grecia Clásica estaba destinado su uso a los varones atenienses de 18 a 20 años, que eran instruidos en la efebeia, una especie de servicio militar".

Explica Jaeger que el servicio militar obligatorio de todos los ciudadanos era la base jurídica en que se fundaba el aspecto cívico de la democracia ateniense. No sólo no era anti-democrática esta instrucción de carácter militar, sino "la premisa evidente de las libertades de que disfrutaba todo ciudadano del estado. Dada la frecuencia de las guerras que Atenas se vio obligada a librar en el siglo V [a.C], en la época de su mayor potencia, el cumplimiento de este deber se imponía como algo evidente por sí mismo. Con la aparición del régimen de los mercedarios en el siglo IV [a.C], comienzan las quejas generales sobre la decadencia de la capacidad y el espíritu defensivo de los ciudadanos. Sin embargo, se mantuvo subsistente el servicio obligatorio de dos años para los efebos, y no sólo eso, sino que, además, a la vista de aquel hecho, se consideraba como una exigencia de importancia mayor que antes para la educación de la juventud" (JAEGER, 1062).

6. Jules Romains: Conocido humanista y escritor francés (1885-1972) con el que Alfonso Reyes tuvo ocasión de coincidir, tanto en Francia como en México. Viviendo en México, Romains fundó el Institut Français d'Amérique Latine (IFAL). A este propósito dedicó Reyes su artículo "Jules Romains en el Instituto Francés de América Latina" (De viva voz,1945), y "Sobre Jules Romains" (Los trabajos y los días, 1945). 

La expresión "las potencias de la ciudad", la empleó  Reyes varias veces inspirado en el texto de Romains Puissances de Paris (Los poderes de París, 1911), haciendo referencia al ethos o ambiente urbano -con toda su carga de valores culturales, costumbres, ritmo de vida, etc.- que expide cada ciudad por sus calles, plazas, personas y lugares más emblemáticos.

7. "Al colar por el tamiz de la razón el espectáculo del universo...": En breves líneas, Alfonso Reyes describe magistralmente, a mi modo de ver, la esencia y el origen de la tragedia griega, como un ejercicio de mímesis literaria -o ficción- en el que se busca caracterizar las leyes de la Naturaleza, que rigen el Cosmos, en unos personajes humanos que, lógicamente, vienen marcados por ese Destino o Ley que marca el desenlace de sus vidas. De esta aplicación de las leyes naturales a la naturaleza humana surgen las primeras aproximaciones al estudio del hombre. Pero la tragedia griega fue evolucionando hacia formas más acordes con la naturaleza humana, abandonando -muy paulatinamente- el principio trágico del destino o determinación. Estas ideas las desarrolla Reyes en su ensayo "Las tres Electras del teatro ateniense".

8. El Cristianismo y la belleza: La belleza era, para los griegos, una categoría que podríamos considerar religiosa en nuestros días; un camino de elevación, de purificación, de éxtasis, de arrobamiento a un mundo supraterrenal. Lógicamente, si la belleza era considerada como una categoría religiosa, en ella coincidían el bien supremo y la verdad última: "Para Platón, la categoría de lo bello había sido decisiva; lo bello y lo bueno, en último término, coinciden en Dios. Mediante la aparición de lo bello somos heridos en lo más hondo del alma, y esta herida nos lleva más allá de nosotros mismos, da impulso a la nostalgia y, de este modo, nos empuja al encuentro con lo verdaderamente bello, con lo bueno en sí mismo" (RATZINGER, Joseph, El Espíritu de la Liturgia: Una introducción, Ed. Cristiandad, Madrid 2007, p. 166).

Un pasaje de El Banquete de Platón describe claramente esta relación entre belleza, bondad y absoluto:

"Ni tampoco se le aparecerá esta belleza bajo la forma de un rostro ni de unas manos ni de cualquier otra cosa de las que participa un cuerpo, ni como razonamiento, ni como una ciencia, ni como existente en otra cosa, por ejemplo, en un ser vivo, en la tierra, en el cielo o en algún otro, sino la belleza en sí, que es siempre consigo misma específicamente única, mientras que todas las otras cosas participan de ella de una manera tal que el nacimiento y muerte de éstas no le causa ni aumento ni disminución, ni le ocurre absolutamente nada.
   Por consiguiente, cuando alguien asciende a partir de las cosas de este mundo mediante el recto amor de los jóvenes y empieza a divisar aquella belleza, puede decirse que toca casi el fin. Pues esta es justamente la manera correcta de acercarse a las cosas del amor o de ser conducido por otro: empezando por las cosas bellas de aquí y sirviéndose de ellas como de peldaños ir ascendiendo continuamente, en base a aquella belleza, de uno solo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a los bellos conocimientos, y partiendo de estos terminar en aquel conocimiento que es conocimiento no de otra cosa sino de aquella belleza absoluta, para que conozca al fin lo que es la belleza en si" (PLATÓN, El Banquete, "Discurso de Sócrates").

Con el advenimiento del Mesías Redentor y el surgimiento del Cristianismo, la tradición judeo-cristiana se valió de la argumentación filosófica de los griegos para el desarrollo de las ciencias filosóficas y teológicas, iniciadas desde los mismos comienzos del Cristianismo, gracias a las profundizaciones doctrinales de los Padres de la Iglesia en la Edad Antigua. Cabe destacar que todo ese riquísimo bagaje literario y filosófico de los helenos se consideraba de carácter pagano, no en el sentido de anti-ético ateo o anti-religioso, sino en cuanto a que no provenía de la tradición judeo-cristiana. Las distinciones entre lo ético y lo menos ético, entre lo que era acorde a la dignidad del hombre y lo que no lo era, fue un juicio posterior que se hizo a todo ese rico material que provenía del mundo clásico.

De hecho, los primeros Padres de la Iglesia no dudaron en aprovechar todo lo que de bueno y formativo tenía la literatura pagana: "En el siglo IV san Basilio el Grande escribe, dirigida a sus sobrinos, una Advertencia a los jóvenes para enseñarles a sacar provecho de las letras paganas, en la que sostiene que  «debe aprovecharse todo lo que de útil pueda haber en esta literatura, guardándose de lo que tenga de nocivo»; muchos autores antiguos, continúa, fueron «hombres de bien y en particular los poetas elogiaron con frecuencia la virtud, lo que debe movernos a prestarles atención: ¿no puede interpretarse la Odisea de Homero como la aventura de un alma errante en busca de la verdad?» Parafraseando a Platón, san Basilio admite que la cultura clásica es una especie de reflejo de la verdadera cultura, la del alma; por tanto, es útil, indispensable incluso, como «iniciación previa», ya que permite acceder de forma menos brusca a la verdad". (BALDERAS, Gonzalo, "Cristianismo, sociedad y cultura en la Edad Media. Una visión contextual, Universidad Panamericana - Plaza y Valdés, México 2008, p. 148).

El desarrollo de la retórica y de las ciencias lingüísticas en general, que profundizó en los métodos y en las formas de la poesía, de la narrativa, de la prosa, etc., con el fin de conseguir unos cánones estéticos, se llevó a cabo en un orbe cristiano ciertamente. No siempre supo resaltar la importancia que los helenos dieron a la conjunción entre ética y estética. No obstante, así como no se puede afirmar que ningún cristiano lo hizo (acabamos de ver el ejemplo de San Basilio), tampoco es del todo preciso sostener que toda la literatura griega tuvo en cuenta este principio de unión entre lo bello y lo bueno.

9. Werner Jaeger: El interés de Alfonso Reyes por el helenismo no era algo ajeno a su tiempo. Había, en ámbito europeo y norteamericano, una ingente investigación en las fuentes de la cultura griega, de la filología, con una aproximación distinta a la de la tradición renacentista y neoclásica, porque hacía notable acento en el dato científico de la arqueología y de la etnografía propia de las investigaciones de la época.

Alfonso Reyes no sólo siguió la evolución de la filología clásica alemana, sino también la proveniente de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Menciona los estudios del francés Maurice Croiset y del británico Gilbert Murray. Después de la II Guerra Mundial, el esplendor de la filología helenística se traslada de Alemania a Inglaterra y a los Estados Unidos, donde destacó el alemán emigrado a Boston, Werner Jaeger, pionero de un nuevo enfoque en los estudios sobre la Grecia clásica, más humano y menos tecnificado que los de la escuela germánica, que vino a llamarse “Nuevo Humanismo”, por el que Reyes demostró creciente interés, e incluso sabemos que intercambió alguna correspondencia y obras con este importante investigador.

10. Homonoia significa concordia. Explica Jaeger que la homonoia había sido como el leit motiv principal de los "pacifistas y educadores políticos, de los poetas, los sofistas y los estadistas de la época clásica de la polis griega. Durante el período romano, la Concordia llegó a ser una diosa. Encontramos su efigie en las monedas romanas (...) Los filósofos la ensalzaron como aquel poder divino que subyuga y mantiene el orden y la paz mundiales (JAEGER, Werner, Cristianismo primitivo y Paideia griega, FCE, México 2008 [1961] p. 26)

Más que ser un ideal de tolerancia o de convivencia pacífica, el proyecto de la Concordia llevaba implícita la transmisión de unos valores e ideales propios de la Paideia griega. De allí que los romanos asimilaran a su potencia expansiva no sólo unos territorios sino también, y por encima de ello, todo un proyecto de civilización y de cultura.  


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